lunes, 23 de diciembre de 2013

LUZ DIVINA

En Ferrowhite arrancamos el año presentando "El castillo de la energía", una historia de la central eléctrica General San Martín, y lo terminamos fabricando esta estampita stencil de casi tres metros de alto para pedirle a San Atilio, patrono profano de la energía, que nos ilumine en una navidad plagada de apagones. Pero como no sólo la estampita sino también el santo es un poco nuestro invento, antes de prenderle una vela para que la luz vuelva, más vale intentar responder un par de preguntas seculares que quedaron picando, allá por abril, tras la publicación del libro: ¿Qué pasó en el país con el manejo de la energía después del cierre de la usina, hace ya 25 años? ¿Y qué pasa hoy? Acá una primera aproximación a un tema tan fundamental como complejo.


Por un instante habrá parecido un chiste, pero no: los trabajadores de la usina General San Martín recibieron la orden de apagar las calderas de la central justo un 28 de diciembre, día de los inocentes. La salida de servicio de la usina castillo a fines de 1988 coincidió con la crisis eléctrica que signó los últimos meses de la presidencia de Raúl Alfonsín y, en cierto modo, anticipó también la transformación estructural del sector energético que poco después llevaría adelante el gobierno de Carlos Menem.

Sin idealizar la situación previa, la privatización en los noventa de grandes empresas públicas como YPF, Gas del Estado, Segba, Agua y Energía Eléctrica e Hidronor implicó no sólo su desmembramiento en empresas menores sino también la consecuente pérdida por parte del Estado de su capacidad para coordinar el desarrollo conjunto de un sistema de generación y distribución de energía que empezaría a ser manejado a partir de entonces por la "mano invisible" del mercado. El servicio eléctrico en particular pasó a estar organizado en tres segmentos: generación, transporte y distribución, en los que se multiplicó el número de empresas pero "se redujo el de trabajadores". (1) En teoría, la libre competencia iba a favorecer por sí sola la inversión privada que se traduciría, a su vez, en exploración de recursos, en la instalación de nuevos equipos generadores y en la ampliación y mejoramiento de las redes de transporte y distribución. Sin embargo, los sucesivos cambios en la propiedad de las privadas derivó en una progresiva reintegración vertical y horizontal del negocio energético que "lejos de desmonopolizar los mercados" terminó favoreciendo la consolidación de "estructuras oligopólicas concentradas". (2) Veamos un caso cercano: luego de privatizada, la Central Piedrabuena pasó de un dueño a otro. Su actual propietaria, la empresa Pampa Energía, representa un buen ejemplo de "reintegración vertical", ya que hoy por hoy Pampa realiza negocios tanto en el segmento de generación como en el de transmisión y distribución. (3)

El Plan de Convertibilidad (1991-2001), que igualaba por ley el valor del peso al del dolar, permitió a las compañías establecer precios equivalentes o superiores a los vigentes fuera del país sin que ello repercutiera en los usuarios. Expresada en dólares, la tarifa eléctrica llegó a ser más alta que en casi cualquier otro periodo de la historia argentina, aunque el aumento no fuera percibido como tal. (4) Mucho se discute acerca de si las empresas reinvirtieron sus ganancias excepcionales en el mejoramiento y ampliación de sus servicios o si, por el contrario, fugaron las utilidades hacia sus casas matrices, las desviaron hacia otros emprendimientos, o las apostaron en el juego de la especulación bursátil. (5) Lo cierto es que esta situación ventajosa cambió drásticamente tras la crisis de 2001 y la pesificación de la economía en 2002. ¿Cómo proteger el bolsillo de los usuarios sin afectar la rentabilidad de las empresas? Conservando en lo esencial el marco regulatorio sancionado durante los años del menemismo, la respuesta del gobierno a partir de 2003 consistió en mantener bajas las tarifas y aplicar en compensación una política de subsidios a los servicios públicos privatizados que desde entonces fue en aumento. Mientras que en 2004 el monto global de subsidios representaba el 2% del gasto público total, para 2012 esa participación había alcanzado el 11%. (6) Estos subsidios se otorgaron en un nuevo contexto económico de promoción estatal de la industria, de recomposición del ingreso de los sectores populares y de consecuente incremento del consumo interno. Fue así que la demanda de energía creció en Argentina entre 2002 y 2011 a un ritmo similar al de su producto bruto interno. Un promedio del 5,30 % anual en lo que respecta a la demanda eléctrica. (7) El problema es que las inversiones destinadas a explorar, generar, transportar y mejorar la distribución de los recursos energéticos no parecen haber aumentado en la misma proporción. De hecho, habrían decrecido en sectores clave. 

Argentina posee una matriz energética poco diversificada. El 85 % de la energía que pone a nuestro país en marcha depende del gas y del petróleo, dos recursos no renovables con alto impacto en el ambiente (8). Sólo el gas natural representó, en 2011, más del 50 % de la oferta de energía primaria producida en nuestro suelo. (9) Al mismo tiempo, el gas llegó a convertirse en un insumo crítico para la generación eléctrica. Esto se debe a que buena parte del aumento en el consumo de luz se sostuvo en las últimas dos décadas gracias a la instalación de turbinas de gas con ciclo combinado (TGCC), equipos eficientes y relativamente baratos, un auténtico salto tecnológico difundido a comienzos de la última década del siglo pasado. Las estadísticas de la Secretaría de Energía de la Nación muestran cómo en el período 1991-2000, mientras la producción hidroeléctrica fluctuaba y la de energía nuclear se mantenía más o menos constante, la cantidad de megawatts originados en usinas de ciclo combinado y en equipos de Turbo Gas fue en franco aumento. (10) En este contexto, la mala noticia es que desde 2004, y a contrapelo de un periodo de bonanza económica, la producción de gas decayó en nuestro país, acompañando la curva declinante de la producción petrolera iniciada seis años antes. "Mientras la demanda de gas natural se expandió a una tasa del 4,95 % anual acumulativo, la producción local, que hasta 2004 estaba en crecimiento, comenzó a declinar con una tasa promedio negativa del 2,00% anual acumulativo." (11) Si el petróleo y el gas escasean, entonces resultan más caros, con el consecuente impacto sobre los costos de toda la economía, incluida la producción y comercialización eléctrica. 

El gobierno viene cubriendo este déficit con la importación de combustibles y electricidad desde otros países (Bolivia y varias naciones de ultramar nos venden gas, Venezuela fuel oil y gasoil, Paraguay y ahora también Uruguay, electricidad) aunque a precios considerablemente más altos que los locales. (12) Sin embargo, la brecha entre consumo y producción fue ampliándose hasta volverse crítica. Nuestra nación, que en los ochenta había logrado la autosuficiencia energética, debió realizar en 2011 importaciones en el rubro por una suma equivalente a U$D 9.367 millones. La "factura" ascendería este año a los 13.000 millones de dólares, cifra con un impacto negativo mayúsculo en la balanza de pagos argentina que el flujo de divisas generado por la exportación de commodities agrarios ya no parece poder compensar. (13)  


Es este horizonte el que atraviesa cada buque gasero que vemos llegar a puerto y el que está por detrás de las restricciones de este insumo para las industrias del Polo Petroquímico durante los meses fríos en resguardo del consumo doméstico. La reestatización de YPF a principios de 2012 y su discutida alianza con la petrolera norteamericana Chevrón para la explotación, vía fractura hidraúlica (14), del gran yacimiento de petroleo y gas no convencional de Vaca Muerta, son medidas que intentan revertir tal panorama. (15) En lo que respecta al sector eléctrico, mientras las empresas distribuidoras -responsables inmediatas de los cortes- presionan por un aumento de tarifas, las principales apuestas en favor de diversificar la matriz energética están centradas en la demorada puesta en marcha de la central nuclear Atucha II (16) y en la construcción a mediano plazo de varias represas hidroeléctricas: Garabí-Panambí (compartida con Brasil, sobre el río Uruguay), Los Blancos (en Mendoza) y Chihuido (en el río Neuquén), proyectos entre los que destaca la central Kirchner-Cepernic, a levantarse sobre el río Santa Cruz. (17) Emprendimientos que, de concretarse, demandarán todavía unos cuantos años para entrar en funcionamiento. Entre tanto, en nuestra ciudad el resistido proyecto de extensión del dragado hacia la zona interior del estuario de Bahía Blanca con el fin de instalar allí una planta regasificadora parece definitivamente empantanado, aunque avanzan los planes para construir en General Daniel Cerri una nueva usina térmica por parte de la trasnacional norteamericana AES.

La falta de gasoil durante las cosechas, la escasez de gas durante el invierno, las fallas de la red eléctrica en los días de calor, convierten a la cuestión energética en una perpetua carrera contra reloj que suele dejar de lado la necesidad, ardua pero imprescindible, de articular un plan estratégico a largo plazo coherente con las políticas de industrialización de la última década, atento al impacto ambiental y humano de la explotación intensiva de recursos no renovables, y capaz de resolver las asignaturas sociales pendientes del sistema. Estas alcanzan no sólo a los vecinos afectados por cada apagón, sino también a los numerosos pueblos que continúan fuera del Sistema Interconectado Nacional, y a esa porción más que importante de la población pobre de las grandes ciudades obligada a consumir gas envasado a un precio cinco veces mayor que el que pagan por el gas de red subsidiado aquellos sectores de mayores recursos. (18)

Ahora sí, se acabó el sermón. Oremos: San Atilio, ten piedad de nosotros, dadnos tu luz.


(1) MORENO (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora): "Crisis energética: el sistema eléctrico argentino". Como en el caso de los ferrocarriles, es inevitable preguntarse cuál fue el rol de la dirigencia sindical durante el proceso privatizador. En septiembre pasado falleció Oscar Lescano, Secretario General del Sindicato de Luz y Fuerza desde 1984, aquel en el que se destacaron en los sesenta y setenta dirigentes combativos como Agustín Tosco y Oscar Smith, a quien Lescano secundaba en el gremio cuando Smith fue secuestrado y desaparecido por un grupo de tareas de la dictadura, en febrero de 1977. "Oficialista de todos los gobiernos", Lescano acompañó la privatización de SEGBA, en 1991, transformándose en un emblema del "sindicalismo empresario".
(2) Kosulj, Roberto: "La crisis energética de la Argentina: orígenes y perspectivas".
(3) Para un análisis pormenorizado de esta tendencia a la concentración en la generación de energía en distintos países de Sudamérica ver Ruiz, Alfonzo José Mateo: "El costo del capital en la industria de la generación eléctrica", en Revista Voces en el Fénix, Año 2, número 10, Octubre de 2011.
(4) Kosulj, Roberto: "La crisis energética de la Argentina: orígenes y perspectivas".
(5) Un dato significativo sobre el estado de las redes de distribución en nuestra ciudad a dos décadas de las privatizaciones: a pesar de que la central fue cerrada, el tendido eléctrico subterráneo de la usina General San Martín continúa siendo utilizado para abastecer a sectores cruciales del puerto como la playa de camiones de la ex Junta Nacional de Granos, en el pasaje El Guanaco, o Puerto Galván. Estos cables llevan tanto tiempo bajo tierra que tienen características técnicas por completo distintas a las de los utilizados en la actualidad. Este es el "Informe de Grado de Cumplimiento de los Contratos de Distribución y Transporte de Energía Eléctrica de Jurisdicción Nacional" elaborado en 2004 por la Unidad de Renegociación y Análisis de Contratos de Servicios Públicos (UNIREN).
(6) Auditoría General de la Nación: "Una década al cuidado de los fondos públicos. Energía. Informe sectorial del presidente de la AGN".
(7) Ibíd.
(8) A pesar de las ventajas que para su desarrollo presentan varias regiones de nuestro territorio, el aporte de las energías renovables (eólica, solar, geotérmica, biomasa...) continúa siendo marginal en el país. En ello inciden, además de los costos de intalación que estas tecnologías de generación suponen, la necesidad de rendimientos altos y urgentes derivados de la demanda actual y la presión que ejercen los intereses asociados a la explotación de recursos no renovables. A través de la Ley Nº 26.190, el gobierno de Nestor Kirchner estableció en 2006 el "Régimen de Fomento Nacional para el uso de Fuentes Renovables de Energía". En 2009, ENARSA puso en practica el programa de promoción de energías renovables GENREN que se continuó en 2011 con el GENREN II. Pero pesar de estos esfuerzos, la generación de energías no renovables todavía parece lejos del 8% del total nacional previsto para 2016 por dicha ley. Tomas Lukin et al.: "Fuentes de energía renovables". Herrera Vegas, Rodrígo: "El panorama de las energías renovables en Argentina.". Otro cambio significativo fue la sanción, también en 2006, de la Ley de Biocombustibles Nº 26.093 que "estableció que a partir de 2010 todos los combustibles líquidos comercializados en Argentina deberán ser mezclados con un mínimo de 5 por ciento de biocombustibles", ver Miño, Ariel Ricardo "Energías renovables". Sobre el impulso que esto supuso para los intereses involucrados en la producción de azucar, soja y maíz en el país ver Genoud, Diego "La oligarquía del futuro". Un informe en profundidad sobre el estado, los problemas y las posibilidades de desarrollo de estas energías en Secretaría de Energía de la Nación: "Energías Renovables. Diagnóstico, barreras y propuestas. 2009".
(9) Secretaría de Energía de la Nación: "Balances Energéticos 2011". 
(10) Secretaría de Energía de la Nación: "Informe Decenal del Sector Eléctrico 1991-2000"
(11) Auditoría General de la Nación: "Una década al cuidado de los fondos públicos. Energía. Informe sectorial del presidente de la AGN".
(12) Diario el Cronista Comercial: "Argentina energética. El costo de ser un país importador

(13) Fernández Blanco, Pablo: "Cada vez se importa más gas y más caro". Sacks, Fernanda: "Combustibles líquidos en argentina. Situación del mercado de naftas y gasoil."
(14) La extracción de hidrocarburos por el método de fracking o fractura hidraúlica abrió una enorme controversia al respecto sus consecuencias para el medio ambiente. Observatorio Petrolero Sur: "Fractura expuesta. Hidrocarburos no convencionales en la Argentina" e "Invasión Fracking". Argumentos técnicos en favor de este tipo de explotaciones acá: "Sobre no convencionales, Vaca Muerta, fracking y otras yerbas".  
(15) Un repaso de la política petrolera del primer gobierno de Perón, la década menemista y la kirchnerista hasta el momento previo a la reestatización de YPF, en Gadano, Nicolas: "YPF, Pasado y Futuro". 
(16) En junio de este año, el Ministro de Planificación Julio De Vido, de viaje por Rusia, habló de la licitación de dos nuevas centrales atómicas. Krakoviak, Fernando: "Otras dos centrales nucleares en carpeta".
(17) También situado en Santa Cruz, otro emprendimiento discutido es la Central Termoeléctrica Río Turbio, cuya construcción fue anunciada en 2004 con la idea de aprovechar la producción de carbón del yacimiento existente es dicha localidad del sur. Luego de muchas idas y vueltas, la usina aún no fue concluída y al parecer Yacimientos Carboníferos de Río Turbio tampoco estaría en condiciones de abastecerla con la cantidad de carbón que demandaría su operatoria. Villalonga, Juan Carlos: "Río Turbio, una usina mal concebida".
(18) Gak, Adrian Leonardo: "Energía, un insumo para el desarrollo" y Kosulj, Roberto: "Energía y pobreza. Una análisis de nexos complejos" en Revista Voces en el Fénix, Año 2, número 10, Octubre de 2011. Recién en 2012 se dejó de subsidiar a algunos countries y barrios de alto poder adquisitivo de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano.

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