domingo, 17 de noviembre de 2013

EL LEGAJO QUE SE SALVO DEL FUEGO

Como si de algún modo esta historia pudiera tener un final feliz.... Hace siete años empecé a indagar sobre la historia de los Talleres Noroeste partiendo de una anécdota que me contó Ricardo Schettini: que todos los legajos de personal del taller habían sido incinerados en el horno de la herrería en el momento en el que los talleres eran transferidos a manos privadas.

El jueves pasado fui a entrevistar a Venicio Andreocci (1938) quien se retiró como supervisor de montaje en Talleres Bahía Blanca en 1991, después de 38 años de trabajo. Durante la conversación, lo primero que recuerda Venicio es que el día que llevaban en carretillas los legajos al horno de la herrería, un compañero le avisó que por allí estaba el suyo, y que así logró rescatarlo de las llamas.



Y de pronto ahí estaban, delante mío, los exámenes de ingreso, las solicitudes de vacantes, los famosos "expliques", las actas por accidentes, los certificados de nacimientos y defunciones, los documentos que acreditaban ascensos, reclamos, todo junto abrochado en ese legajo, testimonio de la trayectoria laboral de Venicio pero también de esa inmensa maquinaria administrativa que fue reducida a cenizas.

Mañana va a imprenta el libro "Los talleres invisibles: una historia de los Talleres Ferroviarios Bahía Blanca Noroeste", y lógicamente, de las historias que me contó Venicio, de sus exquisitas maquetas, de su cordialidad y la de su señora, ya no voy a poder hablar en el texto, pero muchos otros trabajadores podrán leer en esas páginas su propia versión de los hechos.

Un libro no es más que una etapa en un proceso de búsqueda, un intento de sistematización y reflexión sobre la información recabada, es decir, un "legajo" permanentemente incompleto porque, claro, la historia nunca puede darse por cerrada. Bienvenidas entonces las próximas entrevistas, y las discusiones y las revisiones que seguirán, a partir de ahora.

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