viernes, 27 de septiembre de 2013

LA CELEBRACIÓN


Ayer festejamos el 128 aniversario de Ingeniero White. Fue acá en el museo, al pie de la usina General San Martín y junto a las aguas de la Rambla de Arrieta. Estuvo lindo, la verdad, a pesar de que el viento sopló como para apagar muchas más que 128 velitas. Como dijo el locutor oficial, hicieron "uso de la palabra" el Delegado Municipal, Sr. Mario Tejeda, y el Intendente de nuestra ciudad, Dr. Gustavo Bevilacqua; la Orquesta Escuela de Ingeniero White interpretó el Himno Nacional Argentino; se reconoció a vecinos notables y a alumnos destacados de las escuelas de la localidad; hubo canto lírico desde la torre del castillo con el trío Coloratura y música frente al mar con "Los Nonnos de Atilio" y "Polaroid". Pasó un poco de todo, hasta nos dimos el lujo de inaugurar una parrilla en plena Rambla y convidar con choripán, pero en esta crónica, breve y nada protocolar, nos gustaría hacer foco en las palabras que pronunció nuestro amigo Pedro Caballero. 



Cuando Pedro se acercó al museo, allá por 2006, escribimos que la legitimidad de su palabra residía, paradójicamente, en el hecho de que él no hubiera ocupado nunca un lugar de privilegio: su empleo en el ferrocarril (Pedro no fue jefe, ni capataz, ni supervisor), su residencia en una casilla para solteros de las colonias ferroviarias, incluso su estado civil, que le ahorró haber tenido que representar el rol de "padre de familia", parecen convertir a Pedro en el testigo marginal de un mundo que hacen y narran otros. Sin embargo, algo sucedió desde aquel 2006 hasta hoy. Contar su vida y la de sus compañeros en una obra de teatro documental, conversar sobre la historia del ferrocarril con los chicos de los escuelas, juntar todas esas herramientas, todas esas fotos, conversar de tantas cosas durante tantas mañanas, han potenciado la particular capacidad de Pedro para hablar no sólo en su nombre sino, sin resignar su singularidad, en el de todos los que hacemos este museo.

Pedro habló ayer frente al Intendente, frente al Director del Instituto Cultural, frente a los Concejales, frente al Delegado Municipal, frente a las autoridades militares, escolares y eclesiásticas. Nos contó que un día de 1963 -es decir, hace exactos 50 años- los integrantes de la Sociedad de Fomento de Ingeniero White notaron que este pueblo en el que habían sucedido tantas cosas importantes no tenía ni idea de su propio cumpleaños. "¿Pero cuándo empezó White?" fue la pregunta obvia de respuesta nada evidente que Pedro dice haber escuchado por aquel entonces. Recordándola, explicando cómo es que la fecha de inauguración del primer muelle de la empresa Ferrocarril Sud llegó a convertirse, 78 años más tarde, en la efemeride fundacional de la localidad, este mecánico ajustador del Ferrocarril Roca nos dio una lección de historia que apunta a reconocer el relato del pasado no como algo dado sino como una construcción a menudo discutible, y lo que es más importante, a valorar en esa construcción todo aquello que tiene por base la experiencia compartida.




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