miércoles, 3 de octubre de 2012

¡ZARPAMOS!



Ferrowhite se hace a la mar. Unimos Ingeniero White con el puerto de Buenos Aires para participar de Fase, encuentro de arte y tecnología que entre el 11 y el 14 de octubre activará las salas del Centro Cultural Recoleta, y lo hacemos arriba de nuestra balsa bidones, bautizada para la ocasión el Arca Obrera.

“La idea de este encuentro es presentar y discutir proyectos que, a través del arte y la tecnología, generan críticas y revisiones en la escena artística y en el contexto en donde cada uno de estos proyectos funciona”, apuntan los organizadores del evento. “Subrayamos la importancia de producciones artísticas y sociales que se hayan mantenido en el tiempo y que estén marcando tendencia. Nos interesa el arte como proceso y no como commodity.”

Hecha con bidones plásticos en desuso, el "Arca Obrera -dispositivo de escape en caso de accidente-" es un vehículo para capear, con algo de humor, el temporal del progreso que arrecia sobre este puerto. Resulta de la tarea asociada del equipo del museo taller junto a Roberto Orzali, Luis Leiva, Roberto Conte y Angel Caputo, trabajadores del mar. ¿A qué tipo de museo pertenece un objeto como el Arca Obrera? A uno en el que ya no es preciso responder a esta pregunta.

Tal vez la pregunta implícita en el proceso de su construcción y uso es qué tipo de lazos somos capaces de tramar en el disenso, toda vez que de mantenernos unidos depende seguir a flote.

(Ferrowhite no es un “museo de arte”. Pero tal vez sí una institución que, de a ratos, se piensa como una obra, a condición de desmontar la ficción de autonomía que la noción de obra suele llevar implícita, y de reconocer, al mismo tiempo, las oportunidades que esa ficción de autonomía habilita para quienes quisiéramos no subordinar del todo nuestra vida a la razón instrumental y a la lógica del lucro. También a eso está referida la amalgama entre la palabra museo y la palabra taller. Porque en este lugar, en la periferia de una ciudad, en la periferia de un país, en la periferia del mundo, quizás sea la propia institución museo la primera noción a examinar y desarmar, como hace un mecánico con cualquier cosa. Pero no para abandonarla, prenderle fuego o ironizar con nostalgia sobre ella, a la manera de aquellas lejanas vanguardias y neovanguardias, que en definitiva, necesitaron de la institución artística para ser reconocidas como tales, sino quizás como un artefacto a hackear en favor de nuestros, por cierto más módicos, intereses. Aunque no estamos para nada seguros de que eso se pueda.)


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