lunes, 26 de septiembre de 2011

¿EN QUÉ ANDA FERROWHITE?

Esa es la pregunta que nos hizo Javier León, de La Nueva Provincia, en ocasión de un nuevo aniversario de Ingeniero White. A continuación, un apretado resumen de lo que pasó y de lo que vendrá, a manera de respuesta.
 




Este museo puede ser definido por los objetos que aloja, pero también por las personas que lo frecuentan. O mejor, por lo que todas esas personas tienen la chance de hacer cuando se juntan. De eso se trata, en definitiva, lo que hacemos: de entender el pasado como una construcción colectiva capaz de ampliar nuestra comprensión del presente, y por tanto, nuestras perspectivas de mejorarlo. A la posibilidad de ese encuentro está referida la amalgama, siempre inestable, entre la palabra museo y la palabra taller.

LAS PATAS EN LA RÍA
En Ferrowhite arrancamos 2011 mezclando vacaciones con trabajo. Enero nos encontró preparando engrudo. Febrero calando fibrofácil con fiebre. Pero en marzo llegó la fiesta. La noche del 6, organizamos el primer Carnaval del Castillo. A paso de murga, una multitud puso los pies en el barro y el grito en el cielo para que ese lugar que comenzamos a llamar “La Rambla de Arrieta” se convierta en un paseo público. Un lugar en White para mirar el mar y todo lo que allí interactúa: agua y amoníaco, buques gaseros y canoas de pesca, soja y salicornia, dragas holandesas y cangrejos cavadores, aves migratorias y commodities, capitales trasnacionales y, claro, también nosotros, también ustedes. Por eso, nos alegra anunciar que están prontas a iniciarse las obras de reemplazo del cerco perimetral de la usina. Un nuevo paso en dirección a las aguas más complejas del mundo.

LOS TALLERES INVISIBLES
Una pregunta que desde hace tiempo ronda por nuestras cabezas es cómo el establecimiento ferroviario más grande de la ciudad, el que ocupaba más superficie y trabajadores, llega a desaparecer de la vista todos. Los Talleres Bahía Blanca Noroeste empezaron a funcionar allá por 1890. Allí llegaron a emplearse alrededor de 1200 obreros en la reparación de cientos de locomotoras de vapor y de todo tipo de vagones de carga. Cómo una pieza clave de la infraestructura logística de la economía regional, cómo esas 18 hectáreas con sus edificios monumentales se convierten, a tan solo seis cuadras del centro, a tan solo 15 años de su definitivo cierre, en un agujero negro, tierra baldía, asunto de nadie, es cosa que inquieta. Por eso, y a favor de que la inminente, sin duda necesaria reutilización de ese sector suponga, a la vez, el desafío de rehabilitar su pasado, nos metimos de lleno en su historia, rastreando en planos, diarios, registros de personal, archivos sindicales y decenas de entrevistas, más de 100 años de labor. En breve, el libro. Entre tanto, las idas y vueltas de esta pesquisa pueden seguirse acá.

EL REJUNTE
Ferrowhite es un museo que además de exhibir objetos los fabrica. Por estos días, estamos presentando El Rejunte, una libreta para escribir la historia de tu familia, de tu barrio, de tu ciudad, o para armar la lista de los mandados, elaborada en el taller Cómo funciona la cosa a partir de materiales de descarte. La libreta incluye, a manera de separadores, la reproducción en facsímil de páginas de los cuadernos y anotadores que nutren a diario la actividad de este museo: Una lista de las locomotoras del Ferrocarril Roca que Pedro Caballero anotó en hojas de papel milimetrado, sinónimos de la palabra “cabeza” apuntados por Cacho Mazzone en los días previos al Carnaval del Castillo, la hoja de una de las libretas en las que Geniali Giretti tomó registro de su paso por White, allá por 1907. Y como si no alcanzara con la libreta, en octubre lanzamos, o alza vuelo, nuestra gaviota plastiquera. Una bolsa de tela con alas, patas y pico para alimentar con todas las bolsitas de polietileno que andan sueltas por ahí, confeccionada junto a Ida Muhamed y Titi Trujillo, vecinas costureras de los barrios 26 de septiembre y Bulevar.

SIN PELOS EN LA LENGUA
2011 va a ser recordado como el año en el que este museo estatal inauguró su propia peluquería. Sí, ahora cada tanto podés venir a Ferrowhite a cortarte el pelo, pero también a discutir sobre los temas que inquietan a esta comunidad, que es lo que se hace en toda buena peluquería de puerto. ¿Que qué tiene que ver una peluquería con la historia de los trabajadores? Poco y nada si esquivamos la pregunta: ¿Qué hacen los que trabajan además de trabajar? Corto o largo, lacio o crespo, con raya al costado o al medio, el pelo es esa parte de nuestro cuerpo que más temprano que tarde se trenza (o enreda) a la sociedad y a la época que nos tocaron en suerte. Pregúntenle sino a Titi Sedrani, la dueña de este salón. Una peluquería -esta es la hipótesis, un poco delirante, que venimos a testear- puede llegar a funcionar como un foro en el que la historia de una comunidad suma a sus capítulos habituales, el relato con el que cada nuevo cliente resume su vida, sus puntos de vista y sus expectativas sobre el futuro, en los 15 o 20 minutos que dura un corte.

SENTATE QUE TE CUENTO
Se acaba el espacio asignado (¿eran 5000 caracteres con o sin espacios?) y notamos que nos olvidamos de todo. No dijimos nada de La fábrica de ciudades, nuestro taller de urbanismo para chicos; nada de los 50 años de la huelga ferroviaria del 61 y del encuentro que preparamos al respecto; ninguna mención a la botadura del San Silverio, el nuevo buque archivo de Roberto “Bocha” Conte; ni una palabra de la edición del libro de Mirta Colángelo, Mensajes en botellas o de la presentación de Los Ferrocarriles en Bahía Blanca, la minuciosa cronología que elaboró y publicó con ayuda del Fondo Municipal de las Artes, nuestro amigo el maquetista Héctor Guerreiro. Será por eso que la inocente pregunta:
- ¿En qué anda Ferrowhite?
rankea siempre para nosotros entre las más difíciles de contestar:
- Todo bien. ¿Tenés un par de horitas? Sentate que te cuento.

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