lunes, 22 de agosto de 2011

DE LA VITRINA A LA VIDRIERA

¿Y si el patrimonio de una comunidad se definiera menos por lo que sus miembros poseen que por aquello que comparten? Sobre el fin de la semana pasada el “San Silverio”, el buque archivo que Roberto Conte construyó en su casa y botamos acá en el museo allá por abril, zarpó de nuestras salas con destino a la vidriera de la sastrería Forte, en la esquina de Belgrano y Mascarello. Entre tanto, una colección de arenas de playas lejanas atesorada por el sastre Mario Forte, comienza a ocupar la planta baja de la Casa del Espía, iniciándonos en la vida misteriosa de un "tipo de mundo" al que casi no se lo ha visto salir de su pueblo.


Junto a algunas fotos de este nuevo viaje del "San Silverio", dejamos por acá las palabras que nuestra amiga Ana Vidal escribió, a manera de presentación, sobre Bocha y su trabajo:

Este es el barco que Roberto "Bocha" Conte donó al museo en abril de 2011, fruto de dos años y medio en los que destinó sus ratos libres a cortar, pegar y pintar pedazos de tetra brik, cartón corrugado, maderas, plásticos y otros materiales en el living de su casa.  
  

Bocha reprodujo del modo más literal posible la forma de los portacontenedores que habitualmente recorren el puerto de White, imitando sus proporciones y sus detalles constructivos. Así hizo también con la lista de las embarcaciones whitenses que han navegado las aguas del puerto en los años de los que tiene memoria – los nombres de lanchas junto con los apellidos de sus dueños, que recopiló y escribió sobre cada container, previo cotejo con vecinos y amigos, especialmente, Silverio Churazzo y Alberto Garrini, sus dos grandes compañeros en la tarea de construcción del buque.


La réplica construye conocimiento y quiere ser un homenaje a las tantas familias de White que, como la suya, han puesto su trabajo en un puerto que al día de hoy, les resta cada vez más lugar. Por eso, Bocha pide que su barco esté dispuesto en el museo de forma tal que cada uno pueda rodearlo y hacer de él un dispositivo de memoria: buscar dentro de sí qué lanchas reconoce, y qué lanchas faltan; cuáles es posible ver aún, y cuáles ya no recorren la ría.

Cuando era chico, el director de la escuela “Sarmiento” de White lo mandó con una carta de recomendación a estudiar pintura a Bahía Blanca porque vio en él una inclinación especial hacia el arte. Fue a algunas clases, pero luego vio que aquel taller lleno de caballetes y óleos no era su lugar. La vida lo llevó al trabajo diario en el mar, pero Bocha nunca abandonó el dibujo: con el paso de los años retrató muchas veces la ría, alguna boya, y los buques del puerto.


Será por eso que optó por la imagen del barco al momento de armar su homenaje. La forma elegida hace que el ejercicio de lectura demande algo más que cotejar la lista de los nombres. El objeto está lleno de signos que exigen una interpretación. Por más que Bocha afirme: “es un barco que sale de Ponza, lleno de las lanchas de las familias de White. Y se llama “San Silverio”. Eso lo dice todo”, para cada espectador esa totalidad adquiere un sentido distinto: los colores, las formas, los materiales, los nombres, la metáfora; invitan una y otra vez a sentir y a pensar, dicen algo que nunca está escrito.

Ana Vidal

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